Introducción
Es sin lugar a dudas una miscelánea en los rankings de mejores motos Cafe Racer, año tras año, desde que se fabricase en 2017. Un proyecto que originariamente buscaba hacer tributo a los 30 gloriosos años de vida de la BMW K100, ha conseguido hacer honor a su nombre con esta Cafe Racer.
El equipo de Retrorides, un taller proveniente de Brazil con 40 años de experiencia, está formado por dos generaciones de la familia Lourenço. Afincados a un par de horas de Sao Paolo, restauran coches y motocicletas, siendo conocidos en el mundillo por protagonizar un gran recorrido de proyectos prestigiosos. Su historial abarca numerosos éxitos y están especializados en transformar monturas que adornan con piezas diseñadas y fabricadas a mano por ellos mismos.
Desafíos en el proyecto BMW K100 Cafe Racer
El equipo de Retrorides ha relatado en diversas ocasiones que tuvieron 2 desafíos especialmente arduos en el transcurso de este proyecto. El primero fue el abastecimiento de piezas, ya que según explicaron, se trata de una moto que les fascinaba, pero muy poco corriente en Brasil. Esto hizo que tuviesen que tirar de mucha imaginación para elaborar partes de la motocicleta, recurriendo a diseños 3D, testeos y uso de maquinaria compleja.
El segundo reto venía dado por la propia estructura de la BMW K100, más concretamente el sillón, brazo de suspensión y basculante. Estas piezas resultaban aparatosas y lejos de ser óptimas, difícilmente podrían entrar en un proyecto Cafe Racer.
Modificaciones realizadas en la BMW K100 base
Para superar esto, realizaron varias genialidades. En primer lugar, para dejar una montura limpia a la vista, recortaron el subchasis y construyeron uno completamente nuevo de aluminio. Y en segundo lugar, eliminaron toda la parafernalia de fábrica de la parte trasera de la moto (suspensión, basculante, etc). En su lugar, introdujeron un monobrazo basculante con suspension horizontal diseñado y fabricado por ellos mismos. Una auténtica maravilla de ingeniería, que aporta a esta Cafe Racer un aspecto increíble, deportivo, ligero y minimalista.



Los diseñadores de esta pieza aseguran que rinde a la perfección y destacan que el aluminio aligera mucho peso en la parte trasera de la moto. Esto hace que su centro de gravedad se desplace hacia delante, lo que la hace más estable, fácil de manejar y grácil en la conducción. Sustituyeron las horquillas por unas más capaces de sostener inercias en la parte delantera, fruto del nuevo centro de gravedad.
Decidieron añadir más modificaciones a este proyecto que ya en aquél entonces apuntaba maneras. En primer lugar, el motor se rehabilitó por completo: fue limpiado a fondo, tratado y pintado de manera que quedó como si fuese nuevo. Para las ruedas y llantas, eligieron unas de carreras de 18’’, completamente negras, a juego con el motor, chasis y horquillas.
Fabricaron un nuevo sistema de escape de acero inoxidable que recorre la montura por debajo del motor, e introdujeron unos filtros de aire de alto rendimiento. Además, el faro delantero corresponde al de una Harley Davidson V-Rod, eliminaron por completo el cuadro de mandos optando por uno moderno y sustituyeron el cableado para optimizarlo.
Imágenes de la BMW K100 Cafe Racer
En definitiva, hemos intentado puntualizar aquellas modificaciones que llevaron a cabo durante meses, pero lo cierto es que fue una transformación completa de arriba abajo. Mires donde mires, la montura está plagada de detalles diseñados manualmente por ellos mismos, ofreciendo un aspecto increíble y deportivo. Retrorides ha sabido sacar partido a su amplia experiencia con la serie K de BMW para poner el broche a una obra maestra con un nivel de complejidad técnica al alcance de muy pocos.